martes, 23 de diciembre de 2014

Hijas de la Cruz del Sur.


Todo es triste en este post.




Fueron dos de los mejores escritores que parió mi Patria. Y ambos escribieron su nombre en la historia de una manera peculiar.

Uno como guionista de historietas; el otro como letrista de canciones.

Hector Germán Oesterheld, el primero, además escribió minirelatos de ciencia ficción como éste (Gelo es un planeta que él inventó, donde se situaron algunos de sus cuentos):



"Exilio.

Nunca se vio en Gelo algo tan cómico. 

Salió de entre el roto metal con paso vacilante, movió la boca, desde el 
principio nos hizo reir con esas piernas tan largas, esos dos ojos de pupilas 
tan increíblemente redondas. 

Le dimos grubas, y linas, y kialas. 

Pero no quiso recibirlas, fijate, ni siquiera aceptó las kialas, fue tan 
cómico verlo rechazar todo que las risas de la multitud se oyeron hasta el valle 
vecino. 

Pronto se corrió la voz de que estaba entre nosotros, de todas partes vinieron a 
verlo, el aparecía cada vez más ridículo, siempre rechazando las kialas, la risa 
de cuantos lo miraban era tan vasta como una tempestad en el mar. 

Pasaron los días, de las antípodas trajeron margas, lo mismo, no quiso ni 
verlas, fue para retorcerse de risa. 

Pero lo mejor de todo fue el final: se acostó en la colina, de cara a las 
estrellas, se quedó quieto, la respiración se le fue debilitando, cuando dejó de 
respirar tenía los ojos llenos de agua. Si, no querrás creerlo pero los ojos se 
le llenaron de agua, de a-gu-a como lo oyes. 

Nunca, nunca se vio en Gelo nada tan cómico". 



Horacio Ferrer, el otro, que era uruguayo pero no por eso menos compatriota, hizo letras para Piazzola como ésta:


Preludio para la Cruz del Sur - Astor Piazzolla/Horacio Ferrer (escuchen esta versión, que no está en youtube, aquí:)

http://www.goear.com/listen/3861411/preludio-para-la-cruz-del-sur-astor-piazzolla-



Dicen que la Cruz del Sur,
que es mujer y que es porteña,
quedó un día embarazada,
fecundas sus cuatro estrellas.

Y se cuenta, en Buenos Aires,
que la Cruz alumbró en tierra,
y que tuvo cuatro hijas,
lindas las cuatro, y tan hembras.

Cada una con su luz
vivió y amó a su manera.
Las cuatro, por cuatro rumbos,
sembraron cuatro leyendas.

Una estrella entre los dientes
y una cruz en la pollera,
hijas de la Cruz del Sur...
- Madre Cruz, ¿qué ha sido de ellas?

Una fue de Mataderos,
del barrio de Piedrabuena.
Trigueña, creció en invierno,
tan romántica y tan rea,

que le bailaban un tango
los pechos tras la pechera;
¿qué varón dejó en su boca
llagas de mala ginebra?

Cuando se fue, parecían
dos mariposas en guerra
canyengueándole en la cara
las ojeras, las ojeras.

Una estrella entre los dientes
y una cruz en la pollera,
hijas de la Cruz del Sur...
- Madre Cruz, ¿qué ha sido de ellas?

Del barrio de los Olivos,
entre el río y las barreras,
dicen que fue la segunda,
la que creció en primavera.

Era rubia y estudiante
de filosofía y letras,
y le andaban las gaviotas
checheándole la tristeza.

Enamoró a un pescador,
y en una tarde de aquellas,
fueron los dos río adentro,
fueron los dos muerte afuera.

Una estrella entre los dientes
y una cruz en la pollera,
hijas de la Cruz del Sur...
- Madre Cruz, ¿qué ha sido de ellas?

La tercera de Barracas:
Santo Domingo y Madera.
Tenía el pelo tostado
del verano en que naciera.

Cuentan que andaba vestida
de pólvora y de banderas,
que fabricaba estandartes
pelirroja y guerrillera.

Dicen que amó a un anarquista
soñador del año treinta,
y que una noche muy zurda
cayó con las balas puestas.

Una estrella entre los dientes
y una cruz en la pollera,
hijas de la Cruz del Sur...
- Madre Cruz, ¿qué ha sido de ellas?

Nació en otoño, la cuarta,
por Pueyrredón y Las Heras.
Le quedó el pelo cenizo
y los días con pereza.

Cuentan que amó hasta dolerse,
que su beso era una fiesta
melancólica, lo dicen
los poetas, los poetas.

Su amor se llenó de lluvia
y su whisky de hojas secas.
Ya la nombran las campanas
del Pilar, por Recoleta.

Cada una con su luz
vivió y amó a su manera.
Las cuatro, por cuatro rumbos,
sembraron estas leyendas.

Una estrella entre los dientes
y una cruz en la pollera,
hijas de la Cruz del Sur...
- Madre Cruz, ¿qué ha sido de ellas?




Como la Cruz del Sur del poema, Hector Germán Oesterheld tuvo cuatro hijas. A él y a ellas - las cuatro - los desapareció en la noche y la niebla la dictadura asesina que masacró mi Patria en los setenta.



A Horacio Ferrer se lo llevó la Parca sin ayuda de milicos criminales hace un par de días.







Hay gente que debería estar obligada a ser eterna.

Por ejemplo, ellos dos.

Pero, ... no.












No hay comentarios.:

Publicar un comentario